Santo Tomas
21 de diciembre de hace 50 años, y como si fuera ahora mismo, recuerdo que en el día de hoy no teníamos que llevar bocadillo al trabajo. A media mañana aparecía por el taller la esposa de nuestro patrón con una cesta con pan recién hecho y suficiente txistorra para que nos quedásemos a gusto. Era un día especial en el que además acompañábamos el almuerzo con un buen rioja, también obsequio de la empresa, y no había que correr para poner en marcha las maquinas, a toda prisa, porque habían pasado los diez minutos del bocata.
Hay costumbres que afortunadamente perduran y que además permiten aparcar durante unos minutos los problemas del trabajo y departir entre todos sobre cosas nada trascendentes que ayudan a conocerse un poco mejor y a tener la esperanza que al día siguiente, si no nos toca la lotería todos estaremos contentos de tener salud. Y si nos toca también.
No se porque, pero tengo un vacío en el estomago que habrá que hacer algo para llenarlo. ¡Buen provecho!