“Mal empieza la semana, dijo aquel al que ahorcaron el lunes”.
Un lunes del mes de febrero de 2007 en el aeropuerto de S. Sebastián-Hondarribia, a primera hora, en el vuelo IB 457a Madrid.
Los pasajeros están preparados para pasar el control de acceso a la sala de embarque, chaquetas y abrigos fuera, cinturón, carteras, teléfono, monedas, bolígrafos, etc. en la bandeja para pasar por el escáner y cada uno de nosotros por el arco detector de metales. A uno le suenan los zapatos, a otro un alfiler de corbata, a otra algo que no esta a la vista, y así un sin numero de casuísticas. Los responsables de la seguridad en este control, son la Guardia Civil, tres agentes, uno se dedica a controlar los bultos y objetos que pasar por el escáner, otro a los pasajeros que pasan por el arco, y el tercero, solicita la tarjeta de embarque
Me referiré a la labor de este último el día de autos. Explicaré que ese día, como siempre, pase por el mostrador de Iberia con mi tarjeta de embarque anticipada, con el único objetivo de que tengan el control de los pasajeros que vamos a viajar en ese vuelo por si quedan plazas libres para otros pasajeros en lista de espera. A veces emiten una tarjeta que recoge el billete, y otras hacen una marca sobre la tarjeta anticipada. Esto es lo que ocurrió este día. Al llegar a la altura del agente, le enseño mi tarjeta y después de mirarme con suficiencia, me pregunta:
– ¿Habla usted español?
– Si claro.
– Usted no puede embarcar con esta tarjeta, deben hacerle una nueva en el mostrador de la Compañía aérea.
– Mire usted, ya he pasado por ese lugar y este es el documento de embarque validado.
– ¡No me entiende usted!, yo lo hago por su seguridad.
A todo esto, el trafico de personas para embarcar parado, la tensión entre nosotros aumentando, aunque el tono de nuestra voz no es alto.
– ¡Se lo voy a explicar! ¡Tiene que salir e ir al mostrador correspondiente!
– ¿Puedo dejar aquí, mi equipaje de mano, mi abrigo y mi chaqueta?
– No, tiene que llevarlo consigo. ¡Venga conmigo!
Me acompaña justo hasta el otro lado de la barrera.
La bandeja, con mis cosas, debajo de un brazo y la maleta en la otra mano, me presento ante la joven que esta al otro lado del mostrador:
– El Guardia Civil que esta a la entrada a la sala de embarque no me deja pasar y me dice que esta tarjeta no es valida.
– Esta correcta, no se porque no le deja pasar. ¡Venga conmigo! ¡No se ponga de nuevo a la cola!
La sigo hasta el agente en cuestión, le explica que mi tarjeta de embarque es anticipada y que no necesito ninguna otra.
– ¡Mire! La tarjeta, es de embarque anticipado.
– Bueno, si a la Compañía iberia le vale así…. Pero a mí me habían dicho que debían llevar la tarjeta blanca y roja.
Por supuesto yo no recibí la menor excusa del paladín de la seguridad aérea, y me quede con una sensación de frustración que no es fácil de explicar. Me pregunto ¿en que contribuye este agente a la seguridad en los vuelos?