La Navidad es además de una fecha en el calendario católico, un sentimiento que embarga a las personas y que de alguna manera hace que quienes casi ni se saludan cuando se encuentran, se deseen buenas fiestas, o felices Pascuas. Es también posible que nos acordemos del hambre y de todas las calamidades del mundo, eso sí, sin poner nada de nuestra parte para solucionarlas, y nos olvidemos de los que tenemos cerca y que, a lo mejor, les haríamos felices con una palabra amable o una sonrisa.
Muchas veces a lo largo del año ponemos en cuestión lo que opina o decide “el otro”, y siempre, con mucha ligereza, decimos: “pues vaya, para ese viaje no hacía falta……”
Sería bueno que para el año que está a punto de llegar cambiásemos el singular por el plural. Que el tú, se convierta en el nosotros. De esa manera seguro que podremos conseguir grandes cosas, tanto en lo cercano como en lo global.
Pidamos lo imposible