Ayer me quede en la reserva de la mesa, y por supuesto comimos con nuestros amigos.
A la tarde de ese día visitamos el inicio de las distintas posibles rutas a seguir el día siguiente: Bulnes a través del funicular o el paseo, de 25 Km. ida y vuelta, del Cares. La opción del Cares perdió fuerza ya que mi mujer se plantó y dijo que ella no andaba tanto.
A la mañana del Viernes Santo, tempranito, estabámos en la cola del funicular, conjuntamente con otra serie de madrugadores: una pareja de Oiartzun con una niña, otra de Renteria, y una más de catalanes que nos pidieron sacarles una foto, para sacar los billetes para subir a Bulnes. Solo subida, porque pensamos que seria bueno hacer un poco de ejercicio y bajar andando.
A las diez de la mañana estábamos a la vista de Bulnes, cuatro casas y una pequeña iglesia con un campanil con dos campanas y por supuesto un bar-restaurante.
Iniciamos el camino que indica que a unos diez minutos de andadura se puede ver la imagen del Naranjo. La ruta se denomina de la reconquista. Todo subir y con unas pendientes bastante duras. Por supuesto, los torpes, tardamos más de ese tiempo en llegar a la altura desde donde se ve el pico del Naranjo o Urrielo. Sacamos unas fotos desde ese punto y parte del grupo, tres, siguió adelante mientras nosotros estuvimos un cierto tiempo dubitativos si seguir o no adelante. Yo en concreto subí un poco más pero al no ver ya al resto de mis compañeros opte por bajar hasta donde se había quedado mi mujer y un amigo. Ya no estaban, habían cogido las dos mochilas y me los encontré sentados a una mesa en el Bar. Ese es un buen sitio para esperar a los aventureros, tomándose un bocadillo acompañado de unas cervezas, hace calor y entran de maravilla. Después de unas dos horas de espera, nuestros compañeros regresan, nos acompañan en la pitanza y esta vez la sidra es la bebida preferida. Han caminado mucho, pero desde donde han llegado hasta la falda del Naranjo hay más de dos horas, oficiales, reales seguro que un poco más.
Iniciamos el camino de descenso y al principio parece fácil, pero poco a poco la dificultad se acrecienta ya que hay mucha pendiente y las piedras sueltas o que no son planas, son la constante en todo el recorrido, mi mujer lleva en la mano izquierda un palo a modo de bastón y la derecha de apoyo en los hombros, de manera alternativa, de nuestras amigas María Luisa e Isabel. En la tablilla de señalización del camino, indica una hora y cuarto para realizarlo, nosotros tardamos casi el doble. Afortunadamente llegamos, yo me torcí un pie, en uno de los cientos de pasos en los que se pisaba mal, y una pareja que se ofreció a auxiliarme me dijo que pensaban que me caía al precipicio. Unos cuantos metros de desnivel, cien o más. Nuestro amigo madrileño que esta operado del corazón, parece que le han cambiado la maquinaria y le han puesto un motor nuevo, ha llegado hace más de una hora y ha reservado sitio en un restaurante. Es tarde, cerca de las 16.00 horas, pero todavía dan de comer. Al parecer es habitual que a esas horas la gente regrese de hacer sus respectivas excursiones. La terraza esta llena, cuando llegamos y, también cuando nos vamos despues de comernos unas fabes con todos sus aditamentos.
Regresamos a casa, una buena ducha reconfortante, algunos se echan una pequeña siesta y terminamos la jornada con un paseo por el pueblo, visita a alguna taberna, larga sentada en una terraza-jardín tomando unas cervezas y algún refresco, conversando de cosas más bien intrascendentes hasta la hora de la cena de nuevo en casa y de manera frugal.
El comentario de todos sobre la excursión, es que lo hemos pasado mal en la bajada y nos gustaría sugerir al Principado que colocase información adicional de la dificultad de las distintas rutas, así seguramente mucha gente no se llevaba una desagradable sorpresa. Hay que mantener el medio natural lo más parecido a que la mano del hombre no ha actuado sobre él, pero también hay que pensar en las personas que se acercan hasta esos lugares y que les gustaría hacer muchos de esos caminos. Nosotros lo hicimos con sol y seco, no quiero pensar en como puede ser con lluvia o niebla.
La ruta del Cares y sus 25 Km. quedan para nuestros amigos, al día siguiente. Ya nos la contaran.